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Este hecho dejó a Carlos perplejo, jamás se sintió más indignado en su vida, mientras escuchaba las noticias almorzando con Isaías en el rancho de tropa sus tripas se retorcían y una sensación de ira se apoderó de él, quitándole incluso el apetito en el momento. Sin mediar palabra se retiró rápidamente del recinto y no se volvió a saber de él hasta el otro día a las 05:00 am en la formación del batallón. 







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