El 6 de noviembre de 1985, una célula del M-19 tomó a sangre y fuego el palacio de justicia y tomó como rehenes a más de 350 personas. Este hecho duró aproximadamente 27 horas y dejó como saldo 101 muertos, entre ellos 11 magistrados, incluyendo al presidente de la corte suprema de justicia Alfonso Reyes Echandía. No había duda de que el país estaba sumido en una ola de violencia y la situación se le había salido completamente de las manos a la fuerza pública, dejando en duda la eficiencia y efectividad de la misma y se llegó a poner en tela de juicio la ética de estas instituciones, acusándolos de complicidad con estos grupos al margen de la ley.
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