La mañana del del 2 de julio de 1995, a eso de las 05:00 am, entró un mensaje por el radio teléfono de Carlos en el cual un miembro del anillo de seguridad del campamento informaba que a escasos 15 km de la zona se estaba montando un retén guerrillero, Carlos se enardeció de la ira ya que no podía concebir que los guerrilleros tuvieran el descaro de montar un retén, y peor aún, sabiendo que esa zona era controlada por autodefensas. Sin pensarlo mucho tomó una célula de 10 hombres y en menos de 10 minutos estaban embarcados en las camionetas rumbo al retén para acabar con los guerrilleros. Debido al mal estado del camino tardaron aproximadamente 30 minutos en llegar y una vez arribaron no encontró absolutamente nada de lo que le habían comunicado, lo que sí encontró fue la madre muerte que durante tantos días lo espero y finalmente lo tuvo entre sus brazos para no dejarlo ir jamás. Un pelotón de 38 hombres comandados por Isaías emboscó a Carlos y su célula, abrieron fuego y en menos de 10 minutos el comando de Carlos quedó totalmente abatido, incluido el comandante con un tiro en la frente y otro en el pecho propiciados por su propio amigo quien dió la orden que él debía ser quien lo ejecutara.
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