Como dice Maquiavelo, el fin justifica los medios y en esto se apoyó Isaías quien dejó atrás todos sus ideales debido a la guerra y la sed de sangre que lo fue consumiendo hasta el punto en que, como Caín traicionó a Abel, él traicionó a su hermano Carlos. Con una cara inexpresiva lo miró a sus ojos sin vida, y sin remordimiento alguno dio media vuelta y se dirigió al campamento para dar la orden cumplida. El último pedazo de humanidad que tenía se fue con el alma de su mejor amigo.
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