Eran las 6:00 am, los primeros destellos de luz empezaban a emerger y había un silencio sepulcral el cual cubría a 4.000 hombres formados de manera simétrica con fusiles ak 47 y R15 al hombro. El comandante en jefe de esa fuerza solía dar un discurso todos los días a esa hora con el fin de inyectarle ese patriotismo a la tropa del que tanto se hablaba en las autodefensas, se podía decir que tenían 4.000 perros fieles esperando a morir con tal de cumplir una orden proveniente de cualquiera de esos jefes. La atmósfera era totalmente diferente a lo que ya habían vivido, la ideología que planteaba el comandante convergía en cada palabra con el pensamiento de los exmilitares y los ideales de patria que tenían. Sentir que podían hacer una guerra sin límites ni traiciones contra lo que ellos consideraban el cáncer del país les generaba una sensación de realización. Sentían que estaban donde tenían que estar.
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