Las condiciones se habían dado en su totalidad, aquella noche cayó un aguacero torrencial el cual hizo que la guardia se metiera a las casas a escampar y las garitas se desocuparan para el momento del relevo. Era el momento perfecto para salir por la parte trasera del batallón. El camino hacia los campamentos ubicados en el nudo del paramillo duraba 2 horas caminando a buen ritmo y tenían que procurar llegar con oscuridad para no ser detectados por nadie. Como buenos comandos salieron sigilosamente de la base y emprendieron camino hacia su nuevo destino.
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